Prefácio
El 13 de diciembre de 1980, en la cátedra de Neurocirugía del Hospital de Clínicas "General San Martín", me recibí de médico. Siempre tuve un profundo deseo de ayudar a mis semejantes y mi amor por la profesión se fue acrecentando a medida que iba progresando en el cronocimiento médico.
Los comienzos fueron difíciles ya que requirieron del nuevo aprendizaje que implica plasmar en el paciente los conocimientos adquiridos en la Facultad, una cosa son los textos u otra es el paciente.
En ese entonces, deriban al Hospital de Clínicas, casos complejos, sobre todo enfermedades inmunológicoas, colagenopatías, etc., es decir, no eran patologías frecuentes en la práctica diaria.
Recuerdo algo que me marcó mucho; en una oprtunidad nos reunió el Dr. Tallone, y nos dijo: cuando escuchen galopar, primero piensen que son caballos y luego piensen en cebras pintadas... Esta observación me inculcó el sentido común que sigo aplicando aún hoy en el ejercicio de mi profesión.
Pero siempre digo que aprendí a ser médico en el Hospital de Agudos Teodoro Álvarez, haciendo clínica médica y medicina de urgencia. Si bien las guardias médicas son estresantes, me dieron lo que yo llamo el golpe de vista, es decir, ver l cara del paciente para poder diagnosticar la gravedad de la consulta.
Recuerdo a mis maestros el Dr. Jorge Pedace, Dr. Eduardo Dorfam y el Dr. Anselmo Lubieniecki, con gratitud y afecto. Posteriormente, hice la residencia en Medicina Física y Rehabilitación, en el hospital Manuel Rocca. Va mi reconocimiento al Dr. José Addimanda, a quien admiro por su ejemplaridade como ser humano.
Después de pocos años de graduado, no casualmente, me contacté con el de Hahnemaniano y al conocer las bondades de esta medicina, aprendí la "verdadera manera de curar". Esta decisión tampoco fue fácil porque tuve que cambiar la manera de enfocar la atención de los paciente, una opcón era darles a todos el mismo antibióticoy otra bien distinta, era entender que el paciente no es sólo un cuerpo, sino que ese cuerpo esta regido por una energía vital, que condiciona la vida de cada individuo.
Ya ejerciendo la medicina homeopátia pasé por varias etapas, desde el descreimiento hata el fanatismo, para terminar en el justo punto medio, porque tuve que acptar que no puedo encontrar el medicamento constitucional a todos los paciente, aunque esto no me exime de poner lo mejo de mí en cada una de las consultas.
Maravilladp de los beneficios de la homeopatía, escribí mi primer libro "Homeopatía Unicista, una medicina para Used"; luego, al escichar un discurso del ex presidente Fernando de la Rúa, escribí mi seguro libro: "El Medicamento Homeopático del Presidente", un lndo ejecicio clínico doende demuestro lo que es digno de curar en los pacientes.